La letanía apasionada, y en ocasiones rítmica, que recitan las personas religiosas que “hablan en lenguas” refleja un estado de posesión mental, de acuerdo con muchas de estas personas. Ahora tienen el respaldo de la neurociencia. Los investigadores de la Universidad de Pennsylvania tomaron imágenes del cerebro de cinco mujeres cristianas mientras hablaban en lenguas, y descubrieron que sus lóbulos frontales – la parte del cerebro donde se origina el pensamiento y la intención de las personas y a través de la cual controlan su conducta – mostraban una relativa inactividad, al igual que los centros del lenguaje del cerebro.
En cambio, las regiones que participan en la toma de conciencia estaban activas: Las mujeres no estaban en trance. No estuvo claro cuál región del cerebro era la que impulsaba esta conducta. Las imágenes, publicadas en la presente edición de la revista Psychiatry Research: Neuroimaging, señalan cuáles áreas del cerebro son las más activas. Éstas son las primeras imágenes de este tipo que se toman durante esta práctica religiosa oral, cuyas raíces nacen del Antiguo y el Nuevo Testamento y en las iglesias carismáticas que se establecieron en los Estados Unidos a finales del siglo 19. Las mujeres que participaron en el estudio eran mujeres saludables que asistían activamente a la iglesia.
“Lo más sorprendente es cómo las imágenes sustentan la interpretación de las personas sobre lo que estaba ocurriendo”, indica el Dr. Andrew B. Newberg, líder del equipo que desarrolló el estudio y en el que figuran Donna Morgan, Nancy Wintering y Mark Walkman. Newberg es también el coautor del libro Why We Believe What We Believe. “Lo que ellos describen y lo que creen es que Dios habla a través de ellos”, explica.
Los científicos utilizaron técnicas de toma de imágenes para rastrear cambios en el flujo sanguíneo del cerebro de cada mujer en dos condiciones: primero mientras cantaban una canción religiosa y luego cuando hablaban en lenguas. Al comparar los patrones que crean estas dos actividades emocionales y devotas, los investigadores pudieron detectar picos y valles en el flujo sanguíneo que eran exclusivos del acto de hablar en lenguas.
Además de ser coautora del estudio, Morgan fue sujeto de la investigación. La investigadora es una cristiana convertida que considera la capacidad de hablar en lenguas como un don. “(Al hablar en lenguas) estás al tanto de lo que sucede a tu alrededor, en realidad no estás fuera de control, pero no tienes control sobre lo que sucede; simplemente te dejas llevar”, explica.
“Estás en un remanso de paz y comodidad, y es una sensación fantástica”. Contrario a lo que se piensa comúnmente, los estudios sugieren que las personas que hablan en lenguas raras veces padecen problemas mentales. Un estudio reciente sobre casi 1,000 cristianos evangélicos en Inglaterra reveló que las personas que incurren en esta práctica son más estables emocionalmente que los que no lo hacen. Los científicos han identificado por lo menos dos formas de esta práctica, una que es extática y frenética, y otra sosegada y casi silenciosa.
Los nuevos hallazgos contrastan marcadamente con las imágenes tomadas durante otros estados mentales inspirados en la espiritualidad, como la meditación, la cual suele ser un ejercicio mental muy enfocado que activa los lóbulos frontales. Las tomografías también mostraron un descenso en la actividad de la región conocida como el núcleo caudado izquierdo. “Los hallazgos de los lóbulos frontales son muy claros, y tienen sentido, pero el caudado suele estar activo cuando sientes un afecto positivo, placer, emociones positivas”, señala el Dr. James A. Coan, psicólogo de la Universidad de Virginia. “De manera que los hallazgos no están muy claros” en cuanto a hablar en lenguas.
El área del caudado también participa en el control motor y emocional, indica Newberg. Por lo que podría ser que, aunque están conscientes de las circunstancias que los rodean, estas personas ceden parte del control sobre su cuerpo y sus emociones.
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